Apuntes (Michel de Certeau. La invención de lo cotidiano.)







La invención de lo cotidiano nos ofrece un placentero itinerario poético por el mundo de lo cotidiano, en busca de un encuentro con distintas maneras de observar, percibir y contar la vida ordinaria desde dentro.  En el Habitar de los espacios  encontramos todo un ejercicio de dilucidación de las prácticas culturales de los usuarios de la ciudad en el espacio de su barrio. El barrio acontece escenario de una vida cotidiana llena de tácticas, compromisos y conveniencias, estructura aglutinante de relatos y aventuras urbanas.
 
"Espacios" y "lugares"

 Desde un principio, entre espacio y lugar, se plantea una distinción que delimitará campo. Un lugar es el orden (cualquiera que sea) según el cual los elementos se distribuyen en relaciones de coexistencia. Ahí pues se excluye la posibilidad para que dos cosas se encuentren en el mismo sitio. Ahí impera la ley de lo "propio": los elementos considerados están unos al lado de otros, cada uno situado en un sitio "propio "y distinto que cada uno define. Un lugar es pues una configuración instantánea de posiciones. Implica una indicación de estabilidad. Hay espacio en cuanto que se toman en consideración los vectores de dirección, las cantidades de velocidad y la variable del tiempo. El espacio es un cruzamiento de movilidades. Está de alguna manera animado por el conjunto de movimientos que ahí se despliegan. Espacio es el efecto producido por las operaciones que lo orientan, lo círcunstendan, lo temporalizan y lo llevan a funcionar como una unidad polivalente de programas conflictúales o de proximidades contractuales. El espacio es al lugar lo que se vuelve la palabra al ser articulada, es decir cuando queda atrapado en la ambigüedad de una realización, transformado en un término pertinente de múltiples convenciones, planteado como el acto de un presente (o de un tiempo), y modificado por las transformaciones debidas a contigüidades sucesivas. A diferencia del lugar, carece pues de la univocidad y de la estabilidad de un sitio "propio".









"Hablar de los pasos perdidos"

 La historia comienza al ras del suelo, con los pasos. Son el número, pero un número que no forma una serie. No se puede contar porque cada una de sus unidades pertenece a lo cualitativo: un estilo de aprehensión táctil y de apropiación cinética. Su hormigueo es un innumerable conjunto de singularidades. Las variedades de pasos son hechuras de espacios. Tejen los lugares. A este respecto, las motricidades peatonales forman uno de estos "sistemas reales cuya existencia hace efectivamente la ciudad".












"Retóricas caminantes"

 Los caminos de los paseantes presentan una serie de vueltas y rodeos susceptibles de asimilarse a los "giros" o "figuras de estilo". Hay una retórica del andar, El arte de "dar vuelta" a las frases tiene como equivalente un arte de dar vuelta a los recorridos. Como lenguaje ordinario,'" este arte implica y combina estilos y usos, El estilo especifica "una estructura lingüística que manifiesta sobre el plano simbólico [… ] la manera fundamental de un hombre de ser en el mundo"; connota una singularidad. El uso define el fenómeno social mediante el cual un sistema de comunicación se manifiesta en realidad; remite a una norma. Tanto el estilo como el uso apuntan a una "manera de hacer" (de hablar, de caminar, etcétera), pero uno como tratamiento singular de lo simbólico, el otro como elemento de un código, Se cruzan para formar un estilo del uso, una manera de ser y una manera de hacer.














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